Mucho se habla de equidad, pero también de igualdad. ¿Sabemos cuál es la diferencia? Entendamos, primero, que la igualdad significa que tratamos a todos por igual. Es decir, cada persona o grupo de personas recibe los mismos recursos y oportunidades mientras que equidad significa que proporcionamos recursos y oportunidades que se ajustan a las necesidades o circunstancias específicas de esa persona o grupo y, de ese modo, podemos alcanzar un resultado igualitario.
Aunque a menudo buscamos la "igualdad de oportunidades", en realidad esto puede conducir a la exclusión en lugar de a la inclusión. Ejemplifiquemos: la misma bicicleta no sirve para todos. Para que cada persona pueda montar en bicicleta, hay que darle una bicicleta que se adapte a sus necesidades. Dicho de otro modo, la igualdad consiste en ser iguales en estatus, derechos y oportunidades mientras que la equidad trata de cómo llegar a ese punto mediante la justicia y la imparcialidad. La igualdad establece las reglas básicas para crear oportunidades justas, pero necesita de la equidad para garantizar que todos puedan competir en ese terreno.
Ahora, ¿qué sucede si a ambas palabras agregamos el término “género”? Pues nos referimos a que, indistintamente de la identificación de una persona (hombre o mujer) pueda alcanzar el mismo estatus, el mismo derecho y las mismas oportunidades y, que el camino para esto, sea justo e imparcial.
La realidad demuestra que aún queda mucho por hacer en el mundo corporativo. Existen grandes brechas de género en el mundo empresarial de América Latina y el Caribe, donde las mujeres ocupan solo el 15% de los cargos directivos y son dueñas de apenas el 14% de las empresas, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2023. El estudio, titulado “Una olimpíada desigual: la equidad de género en las empresas latinoamericanas y del Caribe”, revela además que solo en una de cada diez empresas el puesto de gerente principal lo ocupa una mujer.
Entre los principales hallazgos se destaca:
- a presencia femenina predomina significativamente en las áreas consideradas blandas, como comunicación y relaciones públicas. En áreas duras, como comercio exterior, las mujeres representan menos del 35% de las personas empleadas.
- Existe una mayor proporción de mujeres en cargos bajos (36%) que en cargos altos (25%).
- Las mujeres representan solo un 35% de la fuerza laboral que utiliza tecnologías avanzadas.
- Seis de cada 10 empresas no brindan ningún tipo de licencia materna más allá de lo que determina la ley.
- Apenas un 15% de las empresas analiza si existen brechas salariales dentro de su organización.
En Ecuador, las cifras también revelan una realidad dispar. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en enero de 2024 el ingreso laboral promedio de un hombre con empleo fue de $608, mientras que para una mujer con empleo fue de $539. El tiempo de permanencia laboral también es diferente al del hombre: entre tres y cinco años alcanzan las mujeres ecuatorianas frente a los más de diez años a los que llegan los hombres.
Sin embargo, está demostrado el impacto positivo de la igualdad y equidad de género en la productividad empresarial. Te dejamos cinco repercusiones:
- Diversidad de pensamiento y creatividad: al fomentar un entorno donde hombres y mujeres tienen igualdad de oportunidades, se promueve la diversidad de pensamiento y experiencias. Esto puede llevar a una mayor creatividad e innovación en la resolución de problemas y la generación de nuevas ideas, lo que a su vez impulsa la productividad empresarial.
- Mejor toma de decisiones: la inclusión de diferentes perspectivas de género en el proceso de toma de decisiones empresariales puede resultar en decisiones más informadas y equilibradas. La diversidad de opiniones puede ayudar a identificar riesgos y oportunidades que de otra manera podrían pasarse por alto, lo que contribuye a una gestión más eficiente y a la mejora de la productividad.
- Retención y atracción de talento: las empresas que promueven la equidad de género suelen ser percibidas como empleadores atractivos y progresistas. Esto puede ayudar a retener a empleados talentosos y a atraer nuevos talentos que valoren la diversidad y la inclusión en el lugar de trabajo. Un equipo diverso y comprometido tiende a ser más productivo y eficiente.
- Reducción de la rotación de personal: la equidad de género puede contribuir a crear un entorno laboral más justo y satisfactorio para todos los empleados, lo que puede resultar en una menor rotación de personal. La retención de empleados a largo plazo es beneficiosa para la productividad, ya que reduce los costos asociados con la contratación y capacitación de nuevos empleados, así como la pérdida de conocimientos y experiencia.
- Mejora de la reputación y la imagen de la empresa: Las empresas que se comprometen con la equidad de género suelen ser vistas de manera favorable por clientes, inversores y la sociedad en general. Una reputación positiva puede aumentar la confianza en la empresa y fortalecer las relaciones con los clientes y otros stakeholders. Además, una sólida reputación puede ayudar a atraer inversiones y socios comerciales, lo que puede impulsar el crecimiento y la productividad a largo plazo.
El propósito es ver a la equidad de género como un mecanismo simplemente, sino como un elemento esencial en la cultura corporativa que se refleja en la productividad de cada uno de los colaboradores de la empresa.
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